Como Fondo de Libros no se volverá a reunir hasta Septiembre, aquí tenéis las propuestas de nuestra anfitriona para este verano. Podéis escoger uno o leer los dos Ad líbitum.
Hasta nuestro reencuentro en Septiembre, el blog permanecerá activo para ir colocando vuestras experiencias lectoras como siempre.
Título : Las hijas del asesino.
Autora: Randy Susan Meyers.
Novela
que narra la historia de dos niñas que presencian el asesinato de su madre a
manos de su padre, del que estaba separada y al que una de ellas deja entrar en
la casa desobedeciendo las órdenes de su madre al respecto.
El
hecho de haber posibilitado la entrada de su padre en la casa, cuya consecuencia es el asesinato de la
madre, marcará de por vida a la hija
mayor, una niña introvertida y muy inteligente, que cuidará como una madre de
su hermana cuando ambas son despreciadas
por la familia materna porque son “las hijas del asesino”.
La
narración va de la mano de cada una de las dos niñas y va sumergiéndonos en la
dura realidad que viven al tener que ser acogidas en un orfanato en donde mantener
la dignidad es una desesperada lucha diaria a pesar de ser un centro en donde
se supone debe reinar la armonía y el
compañerismo.
La
novela nos acerca también a las dificultades que entraña convivir con una familia que no es la propia,
en donde las acogen más por una cuestión
de compromiso ético que por sincera aceptación y amor. La necesidad de pertenencia es una constante
en la vida de las protagonistas pero solamente la pequeña la asume y ama a su
padre a pesar de saber que es un asesino.
En cambio la mayor, lo odia profundamente y lame sus heridas en soledad.
Las
reflexiones de las dos hermanas son agudas y muy profundas tanto cuando
analizan la actitud de sus “buenos”
protectores como cuando recuerdan a su
madre muerta y a su padre envejeciendo en la cárcel.
En
definitiva una novela que no deja indiferente, que “engancha” por su fácil
lectura y buena puesta en escena de un tema que podría propiciar un sentimentalismo facilón pero que, en su
lugar, fuerza a mirar de cara una situación tan dramática y conmovedora tan bien llevada por la pluma de una mujer que
durante muchos años trabajó en el ámbito de la violencia doméstica tratando
tanto a las víctimas como a los verdugos.
Son
30 años los que transcurren en la vida de estas niñas que nos permiten comprobar cómo el tiempo va poniendo orden en la historia y el dolor
ineludiblemente se transforma, de modo que la tragedia pueda dar paso a la
esperanza y a la aceptación.
Mercedes
Santos, julio 2012
Título: El cuaderno de Maya
Autora: Isabel
Allende
Magnífica novela de esta gran
autora que puede considerarse popular por su estilo accesible y
lineal que a mí me entusiasma tanto por las historias que nos cuenta
como por las emociones que consigue transmitir y contagiar.
Creo que esta novela, cuya
protagonista es una adolescente a la que han tenido que rescatar de las
sórdidas garras del alcohol y las drogas, resulta excelente tanto para jóvenes
como para adultos porque se lee con avidez
y engancha desde las primeras páginas.
Escrito en primera persona, Maya
nos sumerge en los bajos fondos miserables de la ciudad en donde un ser humano
puede vivir completamente en soledad sin recibir ayuda de nadie y nos va
presentando seres despreciables pero también alguna buena persona que le presta
ayuda.
Consigue transmitir al lector el
desasosiego del desamparo y te preguntas cómo es posible que una joven
inteligente, que siempre había vivido arropada por su familia, acabe en la
calle de la forma en que ella termina, prácticamente destruida y abandonada.
Un sinfín de aventuras, de
personajes, de situaciones difíciles de las que no sabes cómo va a salir, hasta
que, finalmente, recupera su identidad y el arraigo en una pequeña isla
chilena, en “el fin del mundo”. La vida sencilla del lugar y sus gentes, en
general bondadosas, la devuelven a la vida y al deseo de vivir.
En definitiva, una gran novela,
con todos los ingredientes para interesar. Aventura y emoción con un ritmo cinematográfico
trepidante que te engancha hasta el final.
Mercedes Santos, julio 2012.